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Las inmensas soledades de algunos de los parajes de la Mancha -no olvidemos que esta región experimenta una de las densidades de población más bajas de España -han hecho agruparse a sus habitantes en grandes centros rurales, separados entre sí por extensos espacios de tierras prácticamente deshabitadas.

Visitando los pintorescos lugares de la región, se va calando y apreciando su cultura, esa cultura hidalga y rural al mismo tiempo, que salvando particularidades, es patrimonio común de muchas otras tierras de España. Y una cosa está clara: que estas gentes, a lo largo de los siglos, han llegado a un profundo y sereno conocimiento de sí mismas. y éste es, según nos explica Cervantes, "el más difícil conocimiento que pueda imaginarse".

¿Y la mujer manchega? ¿Cómo es la mujer de estas tierras? Su incorporación al trabajo remunerado en igualdad de
condiciones con el hombre es también un hecho constatable en esta región, estando presente en todas las actividades
del mundo laboral. Femineidad y laboriosidad no son antagonistas y son sus atributos sobresalientes, aparte de un innato sentido artístico y artesano. Pero, por encima de todo ello, la mujer manchega tiene las maneras y el espíritu más aristocrático que una mujer pueda tener, a pesar de vestir ropas, en algunos casos, modestas. Se conservan artesanías como la de las encajeras manchegas, particularmente las de Almagro, y las tejedoras de El Bonillo, que gozan de merecida fama. Herederas de los encajes de Brujas y Gante (Almagro tuvo una gran influencia flamenca), sus labores de bolillos y blondas constituyen preciosas filigranas, altamente cotizadas.

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