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Muy a menudo, las hileras de vides invaden el olivar, para un mayor aprovechamiento del terreno. Los seculares olivos, una vez más, ven así allanar sus dominios, hasta hace poco tiempo exclusivos. y sus raíces se afirman a la tierra, en un vano intento de resistirse a los designios del destino, presintiendo que su desaparición es tan solo una cuestión de tiempo.

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Con independencia de estas consideraciones de carácter ecológico, debemos reconocer que la Mancha, por la belleza y fecundidad de sus tierras, y por los variados y ricos frutos que produce, podría confundirse con la bíblica tierra prometida.

En las páginas magistrales de Cervantes, encontramos también el sabio consejo sobre la forma de aprovecharse, con, mesura, de tantos manjares y ricos mostos. "Come poco, y cena más poco, que la salud de todo el cuerpo se fragua en la oficina del estómago", recomienda Don Quijote a su escudero. y añade: "sé templado en el beber, considerando que el vino demasiado ni guarda secreto ni cumple palabra". Estas sentencias, que, entre otras muchas se recogen en la Obra, proceden del refranero popular de la Mancha, reflejando la austera moderación que es característica de sus habitantes. Viajeros, a veces imprudentes, ante la tentación de la despensa manchega, hemos podido constatar la sabiduría que encierra un dicho como este: "Toda hartura es mala, pero a la de perdices ninguna la iguala". Hay refranes que se aprenden cuando ya es demasiado tarde.

De muchos de estos refranes, que brotaban de la experiencia, y se transmitían de padres a hijos por la tradición, nos ha llegado constancia escrita, no sólo en el "Quijote" , sino también en el "Tesoro de la Lengua Castellana", de Covarrubias; el "Vocabulario de Refranes", de Correas, y las obras de Hernán Nuñez. Los manchegos poseen un especial sentido de la medida y un particular concepto de la dignidad.

Da fe de ello la siguiente conseja que Cervantes pone en boca de nuestro hidalgo: "Haz gala, Sancho, de la humildad de tu linaje, y no te desprecies de decir que vienes de labradores; porque viendo que no te corres, ninguno se pondrá a correrte; y préciate más de ser humilde virtuoso, que pecador soberbio. Innumerables son aquellos que de baja estirpe nacidos han subido a la máxima dignidad pontificia é imperatoria, y desta verdad te pudiera traer tantos ejemplos que te cansaran".

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