El sol desempeña un importante papel en la Mancha porque éste es un paisaje de sol, de un sol que es padre de la poesía e inventor de la música,según explica Don Quijote a Sancho. Como sucede en alta mar Sobrecoge su primera aparición -a la hora del alba -, cuando derrama sobre las extensas llanuras sus colores más suaves y empieza a iluminar las aldeas y las ventas, las calles y las plazas, coincidiendo con el primer trajinar de las gentes. Con frecuencia, principalmente durante los meses de Mayo y Junio, puede admirarse el maravilloso fenómeno del arco iris, que se nos aparece como una inconmensurable corona para la majestad inmensa del paisaje.

Contemplando tanta belleza, en esa hora mágica del alba, se puede llegar a comprender infinidad de cosas sobre la Mancha, su historia, sus tradiciones, la particular forma de ser de sus habitantes. Y, por encima de todo, podremos entender mejor la intención y el fascinante mensaje de la Obra que en estos parajes recibió el soplo de vida. Porque, como se ha dicho, la belleza en sí ya es educativa

Cuanto los amaneceres ofrecen de armonía y de suavidad, lo ofrecen de violencia y dramatismo las puestas de sol. "Es como si una vena del firmamento hubiera sido punzada", reflexionaba Ortega y Gasset al admirar uno de estos crepúsculos de la Mancha.

Colores azules, rojos y anaranjados -en sus más distintas tonalidades- alumbran las elevaciones o depresiones del terreno. de estas inmensas extensiones concavo-convexas, ondulantes, casi marinas.

También a nuestro ingenioso hidalgo Don Quijote de la Mancha tendría que llegarle su crepúsculo, el ocaso de su gloriosa vida andantesca. Sucedió, no obstante, fuera de los límites de la Mancha, lejos de la tierra de la que sus hazañas le hicieron Señor ("The Lord of la Mancha", así es como se le conoce, desde hace siglos, por las gentes de habla inglesa).Porque Don Quijote jamás habría podido. ser vencido en la tierra que lo engendró, en la tierra en la que se concibió su maravillosa locura y en donde se desarrolló la más sorprendente y magnífica epopeya que han conocido los tiempos.

Poco podía pensar Don Quijote, cuando se alejaba de la Mancha -próximo el camino a aquélla manchega "ciudad encantada" , de Cuenca ,-capricho de la naturaleza, en los límites de la región-que los encantadores iban a salirse finalmente con la suya, logrando su difícil vencimiento, en un lugar del litoral catalán, a donde se dirigía.

Las estratagemas de Sansón Carrasco -urdidas en colaboración con el cura y el barbero- no habían alcanzado el resultado apetecido, que no era otro que conseguir que Don Quijote regresara a su lugar, y abandonara el ejercicio de la caballería andante. Había que seguir intentándolo.