Recíprocamente, la grandeza de la Mancha, en su proyección universal, la debe para siempre esta región a la obra magnífica e insólita de aquel "huésped" ocasional de la celda del alcalde de Argamasilla. Deuda eterna de gratitud de todos los habitantes de estos lugares manchegos, para con un hombre excepcional "que vivió, moralmente, como un emperador, si comiese como un mendigo",- según el juicio de Garciasol.

Dispongámonos a penetrar en la tierra de Don Quijote, y a discurrir por ella, sin alejarnos de él más de lo imprescindible, y dejándonos llevar de nuestras sensaciones y sentimientos, como se adentra el viajero curioso en un mundo desconocido y, sin embargo, extrañamente familiar. Pero, atención: tengamos presente que al entremezclar la Mancha con Don Quijote, descubriremos un universo relativo, sujeto a esa misteriosa "realidad oscilante" que tan bien definía Américo Castro, y que nos hará difícil separar la realidad de la ficción.

Geográficamente, la Mancha es una extensa altiplanicie, de fronteras poco delimitadas, situada al Sudeste de la meseta castellana. Abarca buena parte de las actuales provincias de Ciudad Real, Toledo, Albacete y Cuenca, alcanzando las estribaciones de las serranías de Cuenca y de la Alcarria, así como de Sierra Morena. y en el corazón de este inmenso altiplano, entre las modestas villas de Cinco Casas, Santa María y Tomelloso, se encuentra enclavada Argamasilla de Alba, cruce de caminos y epicentro histórico-cultural de la Mancha.

Como hiciera Cervantes, también a nosotros se nos antoja Argamasilla el lugar ideal para dar principio a nuestra aventura -a un sencillo peregrinaje- por ser en esta localidad donde la tradición sitúa la cuna de Don Alonso Quijano, llamado "el Bueno" ; pero más conocido, en todos los rincones del mundo, por "Don Quijote de la Mancha " , y también, por "El Caballero de la Triste Figura". Esta pequeña aldea manchega pasó así a ser un lugar famoso en todo el orbe. Por haber alumbrado al caballero más perfecto que jamás haya existido; el único, de hecho, en el que podemos creer.

Pero, ¿es o no Argamasilla el lugar de la Mancha de cuyo nombre, Cervantes no quería acordarse? Recordemos las primeras líneas de su célebre novela: "En un lugar de la Mancha, de cuyo nombre no quiero acordarme" ...o ¿Tendrían esas líneas relación con su experiencia en aquella prisión, con aquella pérdida temporal de su libertad? Nadie ha podido probarlo de una forma absoluta y el tema sigue y seguirá siendo objeto de grandes polémicas, por más que Azorín se atreviese a sentenciar "que Don Quijote había de ser forzosamente de Argamasilla".