MIGUEL DE CERVANTES SAAVEDRA
III
LA BATALLA DE LEPANTO
Mas no era Cervantes de la madera de los criados. Pronto
se cansó de la vida muelle y regalada que llevaba en casa de
Monseñor Acqua Viva, y determinó abrazar la carrera de las armas.
Un día, se alistó de simple soldado en la compañía del famoso capitán,
Diego de Urbina. En ocasión en que las naves españolas fueron enviadas por
Felipe II, y al mando de Don Juan de Austria, a aliviar la triste
situación de los venecianos
a quienes hostigaban sin cesar los hombres del Gran
Turco, la compañía de Urbina, y con ella Cervantes, fue destinada
a la galera «Marquesa». Después de largos días en el mar, la escuadra
cristiana descubrió, el 7 de octubre, a la armada
turca, frente a las bocas de Lepanto. El ataque lo inició la: «Marquesa»
y aunque Cervantes se hallaba enfermo, subió a cubierta y luchó bravamente,
perdiendo el movimiento de un brazo en aquella tan gloriosa ocasión.
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