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En ocasiones, al terminar una de nuestras salidas por los caminos manchegos, hemos llegado a un pueblo que celebraba una fiesta, o una romería, o una feria y hemos tenido ocasión de conocer una de las facetas -riquísima y amena- que ofrece esta región: su folklore.

Todavía se conserva vivo el folklore de la región; Si bien la famosa seguidilla, la piedra angular del folklore de la Mancha, está a punto de desaparecer. Y esta sería la pérdida más lamentable, porque la fresca y alegre seguidilla manchega es la precursora de todas las seguidillas hispanas, y, desde luego, el origen y arranque de la "siguiriya" gitana, y de la sevillana.

Ya en los tiempos de Don Quijote, disfrutaba la seguidilla de gran predicamento. Cervantes nos relata que se encontró con un zagal que iba canturreando una:

"A la guerra me lleva
mi necesidad;
si tuviera dineros,
no fuera en verdad."

El folklore manchego se hace patente en las festividades, que continúan celebrándose en la Mancha, con ocasión de la vendimia, el vareado de olivos, la cosecha del azafrán, y muchas otras efemérides agrícolas o religiosas. Cante y baile se acompañan en los festejos con guitarra, pandereta, laúdes y bandurrias, con la participación de todos, "porque en la Mancha hasta los barberos son guitarristas y copleros". Las romerías, casorios y demás fiestas de nuestros días, nos traen evocaciones de aquellas célebres "Bodas de Camacho" , que Cervantes nos describe.

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La recogida del azafrán y labores posteriores de selección de su preciada flor merecen mención aparte, por ser motivo obligado de trato y encuentro entre los mozos y las muchachas casaderas del lugar, y causa de iniciación de numerosos noviazgos y amoríos. Varias semanas de trabajo intenso y agotador, en las que todos faenan en los azafranales de color violeta, recogiendo la "rosa". Y después, al caer la tarde, las tertulias que transcurren entre bromas y canciones populares, mientras se van extrayendo, uno a uno, los rojos y preciados pistilos. Hacen falta mil rosas para obtener un kilo de azafrán. ¡Y un kilo de azafrán vale la friolera de casi doscientas mil pesetas! Toda una fortuna. El condimento más caro del mundo: el oro de la Mancha, que las modestas familias de esta región saben administrar, vendiéndolo en pequeñas porciones a lo largo del año, como ayuda permanente a la economía familiar.

Pero, verdaderamente como dicen los cultivadores -este es un cultivo rico solamente para pobres "Por Santa Teresa la flor en la mesa, reza el dicho popular, presagiando una buena cosecha, a mediados de octubre, de la estimada flor otoñal, de la que se obtiene uno de los condimentos más esenciales de variedad de platos de la cocina española, especialmente de la "paella".

De estas tradiciones y del folklore que las mismas alientan, el maestro Guerrero supo recoger la esencia y decantarla para la posteridad

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